Céret: la magia de los Pirineos

Un lugar en el verdor

El propio nombre ya anuncia lo que promete el pueblo de Céret: conocido como “capital de la cereza”, es célebre por los campos de cerezos que crecen a su alrededor y que lo convierten en uno de los productores más importantes del país. Pero este pintoresco lugar tiene mucho más que ofrecer.

La capital del valle de Vallespir está bordeada por el río Tec y rodeada de verdor por todas partes, que invitan al senderismo y al descubrimiento. Muy cerca del pueblo encontrarás la cascada Salt de Baoussous, un salto de agua en el que se puede practicar barranquismo. Para amantes de los retos, está la ruta Roc de Frausa - Col del Pou de la Neu que acaba en la iglesia de las Salinas, más allá de la frontera con España, por escarpados paisajes de creta. Si buscas un paseo más moderado, la ruta circular Saint-Jean-Pla-des-Corts solo tiene doce kilómetros y se puede hacer en familia.

Céret en sí es una fantasía de piedra medieval de callejuelas empedradas que invitan al paseo y al descubrimiento. A la vuelta de cualquier esquina te esperan tesoros como la fuente de los 9 caños, en una agradable placita donde se puede tomar un café, o tener un almuerzo tranquilo.

 

Sorprendente cultura

Tampoco puedes perderte el otro secreto que guarda Céret: el Museo de Arte Moderno. Este centro, fundado por Pierre Brune y Frank Burty Haviland, fue lugar de residencia y escapada de los artistas que residían en Montmarte, como Pablo Picasso, Georges Braque, Auguste Herbin, Max Jacob, Juan Gris y Jean Marchand. En él encontrarás tesoros del movimiento cubista.

Si sales un poco del pueblo puedes visitar la Ermita de Saint-Férreol. Data de tiempos inmemoriales, y sus bases son prerromanas. Desde la colina donde fue erigida, podrás disfrutar de vistas impresionantes al macizo de Canigou.

El pronunciado arco del Pont du Diable y su maestría de construcción asombrará a grandes y pequeños. En la leyenda que le da nombre, el mismísimo demonio trató de hacer un pacto con el arquitecto que lo construyó a cambio de quedarse con la vida de la primera criatura que lo cruzara. Fue vencido con la astucia del constructor, que envió un gato a su vez.

Céret de fiesta

Pero el alma del pueblo son las fiestas. Los días 21 y 22 de mayo, la cereza es reina. La población se cubre de coloridos puestos que invitan a degustar esta roja fruta, mientras bandas musicales recorren las calles animando a los paseantes a bailar. Participa en el concurso de lanzamiento de huesos de cereza, disfruta de los menús especiales de los restaurantes, y simplemente empápate del arte de vivir de este hermoso lugar.

Tampoco puedes perderte la fiesta Céret de Toros, que tiene lugar en julio. Las corridas se celebran a ritmo de sardana. La minúscula plaza de toros se adorna con la senyera catalana, suena Els Segadors, y los toreadores van tocados con barretinas. Estas sorprendentes fiestas son una celebración del espíritu catalán del que tanto se enorgullecen los ceretanos.

S'ha actualitzat el